Proyecto Silverview by John le Carré

Proyecto Silverview by John le Carré

autor:John le Carré [le Carré, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Solo conocí el sitio en su estado posterior, está diciendo Joan. Y molestó a Proctor pidiéndole que lo tuviera en mente. Cuando no era más que otro montón de escombros bosnios y muchas tumbas.

Pero ese pueblo era el sitio especial de Florian. Era un lugar que había hecho suyo y al que podía volver cada vez que tenía ocasión. En aquel momento, eso era todo lo que ella sabía. No era secreto, solo muy personal. En las dos o tres ocasiones en que Florian lo mencionó, acuclillado en la trasera de un camión auxiliar, seguramente mientras Joan le pasaba información, no era tanto del pueblo de lo que hablaba como de su gente.

Pero, la verdad, Joan nunca prestó demasiada atención ni al pueblo ni a nadie. Lo que más le importaba era que Florian estuviera bien, concertar la cita siguiente, sacarle la información y canalizarla hacia Belgrado.

Según lo describía Florian, era un pueblo como cualquier otro pueblo bosnio, incrustado en un pliegue entre montañas, a un día de coche de Sarajevo. Tenía una mezquita y dos iglesias, una católica y otra ortodoxa, y ocurría a veces que las campanadas de las iglesias se mezclaban con la voz del muecín, y a nadie le molestaba, algo que a Florian le parecía maravilloso.

—Jamás le habrías hecho reconocer que la religión pudiera hacer mejor a nadie, pero en este caso, al menos, no se destripaban entre ellos, o sea que ¡viva todo! Cuando celebraban algo, todos cantaban las mismas canciones y se agarraban la trompa con los mismos matarratas.

O sea que sí, reconoció Joan, un sueño de pueblo, pero solo en el sentido de que sus habitantes vivían juntos del modo en que las comunidades bosnias se las habían apañado para vivir juntos durante quinientos años, mucho antes de que todos perdieran la chaveta.

—A ojos de Florian, lo que hacía un paraíso de ese pueblo en concreto era la maravillosa familia que lo tenía alojado, algo que me pasó prácticamente inadvertido entonces. Había ido a parar a la localidad con la remota esperanza de obtener información sobre la capacidad operativa de las tropas locales, y de pronto ahí estaba, sentado a una mesa familiar civilizada, con una bella pareja jordana y su hijo adolescente, analizando los detalles más sutiles de la novela decimonónica francesa. No quiero dar la impresión de que nada me importa, pero ese tipo de sucesos demenciales eran moneda corriente. Todo el mundo tenía entonces por lo menos una experiencia de las que te cambian la vida, cuando no cinco. O sea que no, que no escuché con la suficiente profesionalidad mientras a Florian se le caía la baba con su familia de ensueño. Me interesaba más lo que tuviera que decir sobre los movimientos de tropas —dijo Joan.

—Y con mucha razón —murmuró Proctor aprobatoriamente, mientras tomaba nota.

Joan está llevando la cuenta con los dedos. Esto es lo que descubrimos cuando ya era demasiado tarde. La minuciosa reconstrucción a posteriori que efectuamos a petición de la Oficina Central. ¿Iba demasiado deprisa para Stewart?

No, Joan, lo estás haciendo muy bien.



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